Esto sí que es un triunfo… No vamos a ir haciendo la V con los dedos por la calle, ni dando saltos y abrazando a la gente, pero motivos tendríamos para ello… al descubrir que el canto final de Dios es una sinfonía que llena de música los rincones. Que la lógica del evangelio termina siendo cimiento para construir una humanidad nueva, fuerte y fraterna. Victoria, sí, sobre las dudas, sobre las noches oscuras, sobre lo injusto. Victoria del inocente sobre la hipocresía, sobre las imágenes que nos montamos de Dios que deshumanizan; del amor sobre el miedo; del valor sobre la huida; de la vida sobre la muerte, y la alegría profunda sobre la fachada vacía; victoria de la entrega sobre la huida; del abrazo sobre el prejuicio. Victoria. De dar sobre exigir… Hemos ganado… (y en el otro bando no hay muertos ni han perdido).
¡FELIZ PASCUA!