Por describir unos cuantos:
- La incapacidad de algunos menores para aceptar un «no» por respuesta;
- la imposibilidad para algunos padres de poner límites para sus hijos;
- la inversión de la responsabilidad, que termina culpando a quien defiende la verdad, o a quien se mantiene fiel a sus convicciones;
- la confusión de realidad y opinión, bajo el paradigma de que todo es verdad si alguien decide que lo sea;
- la proliferación de figuras que viven según sopla el viento, marcados por la opinión pública y el quedar bien;
- la decadencia de algunos medios de comunicación social en los que se han dejado de tomar en serio la vida, convertidos en un ring de combate para expertos en nada;
- el elogio de la ignorancia;
- y, por supuesto la crisis de un sistema educativo sustentado sobre tan débiles bases.