Es una pequeña mujer con mirada sonriente y feliz. Aunque por las calles de Bétera pasa desapercibida, su vida es todo un testimonio de fe y de entrega. 37 años ha pasado en Chile como misionera del Instituto Secular de las Obreras de la Cruz. “He hecho lo que he podido, no sé si lo he hecho bien o mal, pero lo que tenía lo he puesto al servicio”.
Con 19 años de edad, le pidió permiso a su padre para hacer un retiro al cual le habían invitado y que fue dirigido por el fundador de las Obreras de la Cruz, don Vicente garrido pastor. En esos días tuvo un encuentro muy gozoso con el Señor que le invitaba a seguirlo de cerca. Enseguida, se unió a las obreras de Moncada (que por aquel entonces, rozaban el centenar) y aunque, en un principio no quería, se decidió finalmente por acudir a la misión en Chile.
La mayor parte de esos 37 años en misión la pasó en la Diócesis de Copiapó, en el imponente desierto de Atacama, atendiendo a una no pequeña comunidad de fieles que vivían de las minas de cobre a 2300m de altura, con las dificultades que ello supone. En este ambiente, Pilar se dedicó a servir en la parroquia en mil y una tareas, especialmente atendiendo a las mujeres con las que compartía y sembraba la fe entre labores. También estuvo muchos años en Santiago de Chile donde vio florecer vocaciones y las acompañó mientras seguía atendiendo a la parroquia y a distintos grupos de jóvenes.
“¿De dónde viene esa fuerza de entrega y perseverancia?”
“Por la oración”- contesta rápidamente Pilar- “Hacíamos oración en la mañana y después eucaristía, aunque algún día, si faltaba el cura teníamos que privarnos de ello. También rezábamos por la tarde. Era especialmente gozosa la Oración de reparación de los viernes que hacíamos ante el Santísimo.
“¿Lo mejor?”
“El cariño de la gente y el Señor que no me ha abandonado nunca”
“¿Cuál ha sido su misión más importante?”
Dar a conocer a Jesús resucitado a tiempo y a destiempo. Hay que anunciar el evangelio. No nos podemos callar. Jesucristo permanece siempre.
A los jóvenes del diría que recen, como puedan y sepan, con la fe que tengan, pero que no pierdan la fe.
Sé que hoy en día es muy difícil porque el ambiente no acompaña… pero él está. Él permanece siempre y los quiere.